Oaxaca

La ciudad de Oaxaca, capital del estado del mismo nombre (el nombre indigena era Huaxyaca, (Cerca del lugar de las acacias), aun conserva su unidad arquitectónica y urbanística de siglos atras, sin que le haya afectado el aumento de población y cuanto esto lleva consigo. El carácter provinciano es uno de los encantos que realza su población autóctona (Oaxaca tiene uno de los más altos índices de población aborigen). Sus mercados primitivos y bulliciosos, son un verdadero paraíso de color y de sorpresas artesanales.

Son hermosisimos los templos cristianos de esta ciudad, con sus torres bajas (no hay que olvidar que Oaxaca se asienta en zona sismica), que hacen aparecer más imponentes sus portadas, en las que predomina el arte barroco. Labradas con piedra de tonalidades verdes, propia de este lugar, dan a su arquitectura un carácter un tanto exótico, aunque se trate de una arquitectura netamente española.

Próximo a la plaza Mayor, en la que es constante el ir y venir de la población indígena, se encuentra el ex convento de Santo Domingo, que hoy cobija el espléndido Museo del Estado. Por riguroso orden vemos las diversas culturas de su pasado, ya que en Oaxaca está la clave del origen de varios pueblos, que por su lejanía en el tiempo son poco o nada conocidos.

Apartir de los testimonios arqueológicos de Monte Albán y de Mitla, anteriores a nuestra era, la cronología transcurre por sus propios cauces. Estas primeras culturas estuvieron emparentadas con a cultura olmeca, por la que se dejaron influir y a su vez la propagaron. Los zapotecos supieron tomar algo que les llegaba de Teotihuacán, del país maya y más tarde de los mixtecos.

Cuando Monte Albán decae, Mitla resurge, al grado de convertir la ciudad de los primeros en una ciudad para sus muertos. Los mixtecos se hacen enterrar en este lugar, aprovechando incluso tumbas anteriores de los zapotecos, que emigran a las montañas y al itsmo de Tehuantepec. Los mixtecos se reafirman militarmente para defenderse del expansionismo azteca, que a la llegada de los españoles ya ha dominado no sólo a los mixtecos sino también a los zapotecos.

Los conquistadores españoles se aposentaron en este lugar fortificándolo, y ya para 1529 le dieron rango de Villa, el mismo año que Carlos V niega a Hernán Cortés el gobierno de la Nueva España, otorgándole, en compensación, los territorios que lo convertirían en marqués del Valle de Oaxaca.

Monte Albán se encuentra sobre una montaña, a 2.000 metros de altura. Fue un centro ceremonial sobre una explanada, donde se agrupaban varias construcciones en forma de plataformas, sabiamente ordenadas, de acuerdo con el lugar en que se hallan, dando a estas construcciones geométricas y arquitectónicas un sentido que desconocemos, pero que armoniza perfectamente con espléndido paisaje que las rodea.

Además de las diferentes construcciones con destinos determinados, ocupan un lugar, no por discreto menos importante, numerosas tumbas. que han sido catalogadas por sus características. Una de ellas, la 104, por estar decorada con pinturas murales. La numero 7 es, sin duda, la más famosa, por haberse encontrado en ella, cerca de los restos de nueve individuos, un verdadero tesoro de más de quinientos objetos de oro, perlas, turquesas, cristal de roca, y que hoy se pueden admirar en el Museo del Estado de Oaxaca.

A medio camino entre Oaxaca y las ruinas arqueológicas de Mitla, se encuentran las de Yagul, y un poco antes, el famoso árbol llamado del tule, ahuehuete milenano, considerado como uno de los más grandes del mundo, de 40 metros de altura y 42 de circunferencia, con 2.000 años de edad.

Poco antes de Yagul se halla la zona arqueológica de Dainzú, con interesantes losas esculpidas relacionadas con el juego de pelota, que en este lugar debió tener especial importancia. Después de pasar por otras zonas poco exploradas, se encuentra Mitla. Se trata de varias construcciones maravillosamente conservadas, que debieron servir, sin duda, a los españoles, como habitaciones, ya que sus muros se elevan hasta la altura precisa de la techumbre correspondiente.

El estado de Oaxaca ocupa un territorio montañoso, con límites a los estados de Guerrero, Puebla, Veracruz y Chiapas, y en Ia vertiente de Ia Sierra Madre del Sur, hacia el Pacifico, sus costas con playas de arena blanca, arbustos, manglares y acantilados, van, a partir de Puerto Angel, hasta la bahía de Huatulco, que es el mejor fondeadero entre Acapulco y Salina Cruz, sobre el golfo de Tehuantepec.

De las poco más de sesenta fiestas que se celebran en el estado, la de Juchitán, el 24 de mayo, fiesta de San Isidro Labrador, es una de las más representativas, por sus bailes y su musica netamente populares, como la sandunga. En Oaxaca, Ia guelaguetza es la celebración de un antiguo ritual zapoteco, que rinde homenaje a una persona importante, a quien se hacen regalos y ejecutan danzas, vestidos con sus trajes tipicos, mixtecos, zapotecos, mazatecos y mijes. El 22 de enero, en Tehuantepec, en uno de los barrios de la población, se nombra a las "capitanas" para el año nuevo. Entre otros actos hay una "tirada de frutas". La fiesta dura seis dias.

Entre los musicos de raigambre popular, los más admirados y queridos son Macedonio Alcalá, autor del vals "Dios nunca muere", y José L6pez, por su "Canción Mixteca". En el terreno culto, entre los más distinguidos intelectuales contemporáneos, el compositor Juan León Mariscal, el escritor Andrés Henestrosa y el poeta Rubén Bonifaz Nuño.