Lo que inicio como un changarrito familiar se convirtió en todo un Emporio
UN ANTOJO se convirtió en negocio. Hace 50 años Lamberto González decidió hacer sus propios tamales porque los que comía cada domingo en la calle le parecían "desabridos y mal hechos".
Don Lamberto murió, pero su hijo Rubén hizo realidad el sueño, solo que con un toque distinto, pues hecho mano de la tecnología para elaborar el platillo tradicional y llegar a mas paladares en el menor tiempo posible.
Lo que ahora es Tamales Emporio, inicio como "un changarrito" en la colonia San Rafael, donde la producción diaria no rebasaba los 300 tamales. Su elaboración duraba mas de medio día y consistía en la tradicional batida de masa a "puro brazo" y cocción en olla de aluminio, según narro Rubén a Publimetro.
840 Tamales se producen en dos horas dentro de la planta propiedad de Rubén González. Después de trabajar como ingeniero de iluminación en diferentes empresas y consultor en el gremio restaurantero, en 2000, Rubén se hizo cargo del antojo de su padre.
Modernizó el proceso de producción con toques de tecnología, como la creación de maquina para cortar queso, otra para deshebrar pollo y una mas para envolver los tamales, que está perfeccionándose en un taller.
Y agrego que un elemento más: la venta de tamales en el sitio www.tamales.com.mx.
Sin embargo, la tamalería estuvo a punto de evaporarse al siguiente año de que Lamberto la fundó, pues le enfado la venta de su platillo favorito porque implicaba muchas horas de trabajo para que pudiera prosperar.
Pero su esposa, Rosalía, tomo las ollas y defendió el negocio. La táctica de Rosita como le llaman, para no dejar morir el antojo, que paso de centenas a miles de tamales, fue convertirlo en una fuente de empleo cuando alguno de sus cinco hijos tuvo problemas económicos.
Trascurrieron los años, Lamberto falleció, el negocio paso por varias manos y ahora se producen de cinco mil a siete mil tamales diarios o hasta 18 mil en festejos como el Día de la Candelaria.
El alimento que deleita a los paladares capitalinos se vende bajo pedido a cadenas de autoservicio como Wal Mart y Sumesa; a restaurantes, como Sanborns y a hoteles como Fiesta Americana, entre otros establecimientos.
También son parte del menú de tres restaurantes propiedad de los González: el de la colonia San Rafael, de la Roma y otro en la Central de Autobuses del Norte.